jueves, 3 de octubre de 2013

CAPÍTULO 34
LA MESILLA DE NOCHE Y EL ORINAL

Otra costumbre, posiblemente muy antigua, que perduró hasta el final de los cincuenta, siempre en función de la instalación de cuartos de  baño en las viviendas y de las nuevos hábitos de la población, fue el tener un orinal o bacinilla en el interior de las mesillas de noche. Se trataba, obviamente, de aquellas mesillas que aparte de uno o dos cajones en la parte superior, disponían de un  hueco mayor con su correspondiente puerta, en la parte inferior.



El objeto de ese pequeño compartimento en la mesilla de noche era el de meter en él ese orinal y mantenerlo oculto con la puerta cerrada. De ese modo, durante la noche, e incluso al despertarse, quien dormía en esa habitación lo podía utilizar. Por la mañana, el ama de casa al arreglar la habitación lo vaciaba y lavaba, colocándolo de nuevo en el mismo sitio.

Esto podía tener su origen, posiblemente, en las muchas viviendas de esos años, en las que no existía cuarto de baño en el interior del hogar y sí un simple wáter en el exterior. Solía estar, en estos casos, en un pequeño cuartito en la galería del piso, adosado a la casa en el patio si disponía de él o, incluso, algo alejado en el jardín o en la huerta en las casas rurales. En todos estos casos quienes dormían en la casa tenían que salir al exterior de la misma, en caso de tener que orinar. De ahí la costumbre citada en la mesilla de noche. Por extensión, esta forma de proceder se pudo haber adoptado para otros muchos casos.


La costumbre, evidentemente poco higiénica, estaba en línea con otras muchas propias de un tiempo en que tanto la higiene corporal, como los medios para poder mantenerlo bien, eran muy precarios para una gran parte de la población española.

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