CAPÍTULO 38
EL ENGRUDO PARA
PEGAR
Uno de los pocos aspectos positivos de las
carencias pasadas por mis compatriotas, en las décadas que venimos considerando
fue el desarrollo de la mente para tener toda clase de ideas útiles, capaces de
superar cualquier dificultad. Para todo
se encontraba siempre una solución fácil y barata. Los españoles inventamos, a
nivel doméstico, toda clase de artilugios, productos y procedimientos para
superar nuestras tremendas carencias forzados por la autarquía y el
desabastecimiento. Así, como en muchas ocasiones había que pegar alguna cosa y
los pegamentos tan sofisticados actuales no existían, se encontró un sustituto casero.
Nos referimos a pegar papel y cartón
fundamentalmente. Para cosas mayores, como pegar madera, existía y se usaba la
cola que, a veces, se fabricaba también en forma doméstica. Pero cuando el niño
quería pegar los cromos en su álbum, o los sellos de correos que coleccionaba o
su padre deseaba pegar unas fotografías en alguna parte, se recurría al engrudo
de harina. Su elaboración era sencilla y al alcance de todas las manos.
Solamente había que poner un poco de agua en un recipiente pequeño y añadirle
harina, procurando espesar aquello. Enseguida se formaba una pasta que permitía
impregnar el cromo, los sellos de correos o las fotografías, por su revés, y
pegarla inmediatamente al álbum. Se dejaba secar y ya quedaba sólidamente
adherida. Todavía conservo, al cabo de muchos años, algunos de los elementos
citados, pegados por ese procedimiento y que continúan así, firmemente adheridos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
AQUÍ PUEDES COMENTAR LO QUE DESEES SOBRE ESTE CAPÍTULO O ESTE LIBRO
El autor agradece los comentarios